“La Semana Santa es del pueblo. Y punto”. Este Domingo de Ramos, Rafael Zafra, antiguo presidente de la Agrupación de Hermandades de Córdoba, Cofrade Ejemplar y hasta pregonero, resumió con este titular una tendencia más que preocupante de las fiestas, tradiciones, costumbres y quehaceres de hoy: la apropiación por unos pocos, casi siempre con intencionalidad política, de los símbolos o hasta del folclore.
En esta tendencia a los blancos y los negros, uno tiene que ser del Madrid o del Barça, de izquierdas o de derechas, ateo o ultrareligioso, pijo o hippy, hipster o rapero, de fútbol o de baloncesto, profundamente taurino o totalmente animalista.
A finales de los años noventa llegué a Sevilla. Aunque ya daba síntomas de lo que hoy también pasa en Córdoba, aún en esos años se respiraba una mezcla extraña en la ciudad. En un concierto de Silvio vi a capillitas emocionados con su particular Rezaré que encabeza esta columna, esa marcha de Semana Santa convertida al rock por el Pive Amador y Sacramento con la letra de la archiconocida Stand by me. También a ateos de toda la vida disfrutar con las procesiones, con las cornetas, los tambores y todo el espectáculo visual que supone, hay que reconocerlo, la Semana Santa.
Hoy a nadie se le ocurriría darle la vuelta a una marcha de Semana Santa y convertirla en un hitazo rockero. O incluso, darle la vuelta a la Semana Santa y tratar de modernizarla, sacudiendo parte de la pátina de la contrarreforma. Rafael Zafra llegó a prohibir a las mujeres de mantilla, por poner un ejemplo. No se trata de prohibir, pero sí de dar pasos. En Sevilla (volvemos), una de sus más respetadas bandas de cornetas y tambores, Las Cigarreras, se atreven con todo y no se le caen los anillos a la hora de interpretar a Michael Jackson, la banda sonora de Rocky o hasta la de Star Wars.
Hoy, aparte de Domingo de Resurrección es 27 de marzo del año 2016. Bien entrado el siglo XXI, debemos proteger nuestras tradiciones y a nadie se le ocurriría hacer nada hoy contra la Semana Santa. Pero ese intento absurdo de determinados sectores por apropiársela lo que hacen es, precisamente, ponerla en peligro al provocar el rechazo de otros sectores en esta sociedad tan polarizada. La Semana Santa es del pueblo. Y punto. Y mientras más diversa y plural sea, mejor para todos.